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"Sentimientos Inconfesables" [DMxHG]

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Mensaje  lºr€n@ Mar Ene 20, 2009 10:39 pm

Despues de tanto tiempo sin poderme pasar
y no ay cap?

Vaya... -.-u

Siguelo profa!!


Bss ^_____________^
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Mensaje  Leah. Miér Ene 21, 2009 5:01 pm

Hostias O.O
¡Lo siento! Se me había ido por completo la olla con este fic... ¡Perdón, perdón, perdón!
Voy a publicar los capis que quedan, así me ahorro problemas y os compenso por la larga espera xD

Lo siento, de verdad T^T


Cáp. 18: Dos chicas entristecidas


-¡Hermione, para! ¡Deja ya de correr!-gritó Draco por detrás de la chica. Ella aceleró el paso, después de escuchar todo lo que le había dicho Ron, no tenía ganas ni fuerza suficiente como para hablar con nadie. Ni siquiera con Draco. El rubio no tardó en alcanzarla.
-¡¿Pero qué te pasa?! ¿Quieres dejar de evitarme?
-¡No te evito!-sollozó Hermione mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.
-Ey, tranquila…-dijo Draco acariciándole el rostro.-Venga, no pasa nada…
Hermione rompió a llorar mientras abrazaba al chico. Se acurrucó en su pecho, entre sus brazos, en el único lugar donde se sentía realmente segura.
-No… no puedo creer que… que Ron haya sido capaz… capaz de…-dijo entre lágrimas sin poder terminar la frase.
-Olvida eso ahora, ¿de acuerdo?-empezó el Slytherin intentando consolarla.-No te preocupes, no merece la pena que llores por eso… Eres demasiado buena para Weasley.
-Tú no lo entiendes, Draco.-dijo la castaña separándose de él.- ¡Yo creía que había comprendido lo nuestro! ¡Pensaba que me apoyaba! ¡Por fin volvía a estar a gusto con él, volvía a ser mi mejor amigo! ¡Pero todo era una sucia mentira!
-¡Cálmate ya!-dijo Draco empezando a perder los nervios. Intentó coger a Hermione de las manos, pero ella se apartó.
-No, déjame…
-Pero…
-¡He dicho que me dejes!
Sin poder resistir la presencia del chico por más tiempo, Hermione empezó a correr de nuevo, tapándose el rostro con las manos. No paró hasta llegar a su habitación. Y Draco no se molestó en seguirla, sabía que tenía que darle tiempo.


Ron se había quedado pasmado. Se odiaba a sí mismo por lo que le había hecho a la pobre Hermione. ¿Ella qué culpa tenía de no quererle? Había sido realmente estúpido… Comenzó a caminar por los terrenos, con las manos metidas en los bolsillos, intentando ordenar sus ideas. Aunque ya no hubiese mucho que ordenar, Hermione lo odiaría de por vida y ya. No hacía falta darle más vueltas.
Estuvo con esa extraña sensación de haber tirado su vida a la basura durante unos pocos minutos, hasta que alguien lo interrumpió. El sollozo incontrolado de una mujer. El pelirrojo contuvo la respiración, se imaginaba perfectamente quién era… ¿Y por qué diablos había ido él hasta allí? ¿Había ido de manera inconsciente, o algo desde muy dentro le decía que fuera en aquella dirección, la dirección por la cual Pansy había desaparecido hacía tan sólo unos instantes?
Se acercó en silencio, para ver a una Pansy totalmente diferente a la que él conocía. Tenía la cabellera negra enredada, los ojos enrojecidos y un tanto hinchados a causa del llanto… Estaba sentada contra un árbol, con las rodillas pegadas al pecho y rodeándolas con los brazos. Ron no pudo evitar sentir cierta ternura y pena por ella. Esa mujer no era la verdadera Pansy, parecía tan irreal… tan sensible, débil, tan ¿humana? Totalmente distinta a la Pansy fría, orgullosa y manipuladora que todos conocían. Se sentó junto a ella y le pasó un brazo por los hombros.
-Siento mucho que no haya salido bien.
-¡No sientas nada, todo es culpa tuya, imbécil!
-Tienes razón, es culpa mía, pero no podía hacerle eso a Hermione.
-¡Ah, claro! ¡No podías hacerle eso a Granger! ¡Lo que sí podías era destrozar mi vida! ¡Eso sí, ¿no?! ¡Eres lo peor que me he podido echar a la cara, Weasley! ¡Eres un ser despreciable, un inútil, un traidor nauseabundo, un zopenco que…!
Ron ya no soportaba verla así, y sin pensar en lo que hacía… la besó. ¡¿Pero qué diablos estaba haciendo?! ¡¿Acaso se había vuelto loco?! Se apartó rápidamente, aún sin poder creer lo que había hecho.
-Yo… lo… lo siento…
Pero cuál fue su sorpresa al darse cuenta de que era Pansy la que ahora estaba besándole a él. ¿Por qué estaba sucediendo aquello? ¡Estaba todo patas arriba!
-Te odio, Weasley, has destruido todo por lo que había luchado…-seguía diciendo Pansy mientras le besaba. Ron le correspondía de una manera muy impropia en él, jamás había sentido algo así con nadie. Descendió sus labios por el rostro de la chica, hasta llegar a su cuello. No se lo podía creer. ¿Estaba besando el cuello de Pansy Parkinson? Sí, estaba haciéndolo. Y lo que más le asustaba era que le estaba gustando… ¡Aquello no tenía sentido!
Tras unos minutos en los que ninguno de los dos apenas tenía conciencia de la situación, Pansy apartó a Ron de un empujón.
-Estás loco, Weasley.
-Te recuerdo que has empezado tú.-se defendió el chico.
-No, tú has empezado.
-Pero tú has seguido.
Pansy abrió la boca para replicar, pero volvió a cerrarla. Se quedó mirando fijamente a los azulados ojos de Ron. Era todo tan diferente ahora…
-¿Y qué pretendes que hagamos, eh Weasley? Porque si piensas que voy a echarme a tus brazos a llorar por lo ocurrido, estás muy equivocado…
Ron sonrió. Aquella volvía a ser la verdadera Pansy.
-Pues es exactamente lo que has hecho.
-Perdona, pero en ningún momento me he puesto a llorar.-dijo Pansy indignada.
-No, sólo me has besado y dejado que te bese, lo más normal del mundo…
-Está bien, ¡calla de una vez! ¡Me estás poniendo nerviosa!
-¿Te pongo nerviosa, Parkinson?-dijo Ron con una sonrisa pícara.
-¡He dicho que te calles, Weasley! Mira, date cuenta de una cosa. Ahora sólo quedamos tú y yo, ya no pertenecemos a las vidas de Draco y Granger…
-Tú y yo… tendremos que llevarnos bien, Parkinson. ¿Te importa si empiezo a llamarte por tu nombre?
-Haz lo que te de la gana, Weasley.
-Bien Pansy, pero llámame Ron.
-Tú harás lo que te de la gana, yo haré lo mismo.-dijo Pansy frunciendo el entrecejo.
-Algún día dejarás de ser tan orgullosa…
-Algún día, puede. Pero aún no. Hasta mañana, Weasley.
La chica se levantó y, dándole un fugaz beso a Ron, se alejó de allí intentando entender por qué ocurría todo aquello.


Última edición por Leah. el Miér Ene 21, 2009 5:04 pm, editado 1 vez
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Mensaje  Leah. Miér Ene 21, 2009 5:02 pm

Cáp. 19: El ataque

Hermione no había podido dormir en toda la noche. El recuerdo de lo que Ron había hecho no dejaba de atormentarla. Sabía que era mejor olvidarse de aquello, tal y como Draco le había dicho, pero cada vez que pensaba en la manera en la que la había traicionado, las lágrimas volvían a correr por sus mejillas.
Calculó que serían cerca de las seis de la mañana cuando los primeros rayos de sol empezaron a colarse entre las cortinas de la habitación. Volvió a secarse las lágrimas con el dorso de la mano y se levantó de la cama. Se acercó a la ventana y se apoyó en el alféizar, viendo cómo las sombras se disipaban dando paso al amanecer.
De pronto, Hermione pudo vislumbrar unas chispas en el horizonte, unas chispas que se alzaban hacia el cielo. Y el mayor de sus temores se hizo realidad por segunda vez en su vida.
La Marca Tenebrosa se alzaba en lo alto del cielo, tal y como la recordaba en el campamento de los Mundiales de Quidditch, hacía ya casi tres años. Unas siluetas se dibujaron a lo lejos, decenas y decenas de mortífagos se acercaban a Hogwarts con las varitas en alto. Hermione pudo sentir cómo el horror se le extendía por todo el cuerpo, impidiéndole reaccionar. Recordó las profecías hechas por el Ángel Negro y cayó al suelo, incapaz de sostener su propio peso por más tiempo.


A poca distancia de allí, Dumbledore se comunicaba con la profesora McGonagall.
-Minerva, por favor, venga inmediatamente a mi despacho.
Pocos minutos después, la profesora llegó al despacho del director con su habitual bata escocesa.
-¡Albus, esto es horrible! ¡Debe de haber más de 100 mortífagos ahí fuera!
-Minerva, cálmese. No vamos a darles la ventaja de estar asustados. Lo primero es poner a salvo a los alumnos.
-¡No estarán a salvo en ningún lado con esos asesinos ahí fuera! ¡Esto será una masacre! ¡Destrozarán familias enteras, saldrá en primera plana del Profeta, el Ministerio cerrará la escuela, Albus!
-Minerva, debemos sacarlos fuera.
-¿Cómo dice?
Dumbledore hizo un apenas perceptible gesto de asentimiento con la cabeza.
-A la parte trasera de la escuela. Por el sendero oculto que conduce a Hogsmeade, usted lo conoce. No hay tiempo que perder. Avise a todos los profesores, que despierten a los alumnos dormidos, que guíen a los asustados y pidan ayuda a los más valientes. ¡Rápido, muévase!
-Sí señor, ahora mismo.-dijo McGonagall intentando recobrar la compostura. Se llevó la mano al pecho para calmarse y salió corriendo a cumplir las órdenes recibidas.


Mientras, el caos reinaba en la mayoría de las habitaciones de las salas comunes. Los más pequeños se acurrucaban en las esquinas, escondiéndose entre las mantas, o salían a los pasillos en busca de sus hermanos mayores, presas del pánico. Ginny se había despertado de golpe al escuchar a Hermione caer al suelo.
-¿Qué ocurre?-preguntó acercándose a ella. Hermione se limitó a señalar por la ventana. Ginny empalideció.
-Oh, Dios mío…-susurró tapándose la boca con la mano.-Hermione, tenemos que salir de aquí.
Pero la castaña no contestó.
-¡Hermione, por favor, reacciona!
-Es… por mi culpa… sólo quería ayudar… y ahora vamos a morir todos…
-¡Hermione! ¡¿Pero qué dices?! ¡Levántate, por favor, tenemos que irnos!
-Ve tú, Ginny.
-¡No puedo dejarte aquí!
-¡Hazme caso por una vez en tu vida, Ginevra Weasley! ¡Ve a buscar a Harry y poneos a salvo! ¡Los dos!
En ese momento, una explosión se escuchó en el piso de abajo. Los mortífagos habían conseguido entrar. Ginny se dirigió hacia la puerta.
-Hermione, prométeme que vas a salir viva de aquí.
No obtuvo respuesta. Se obligó a no mirar de nuevo a Herminio y salió corriendo en dirección a las habitaciones de los chicos.
-¡Harry!-gritó la pelirroja.- ¡Harry, ¿dónde estás?!
Unos metros más adelante, se abrió la puerta de una de las habitaciones y apareció Harry, quien suspiró aliviado al ver que Ginny estaba ahí, junto a él de nuevo.
-Ginny, ¿estás bien? ¿No estás herida?-preguntó preocupado corriendo hacia ella y abrazándola.
-Estoy bien. Pero tenemos que salir de aquí. Ahora mismo.
Harry la tomó de la mano, y, empuñando su varita, empezó a correr escaleras abajo. Cuando salió de la Sala Común fue cuando se dio perfecta cuenta de lo que ocurría. Los alumnos corrían de un lado a otro a la desesperada, algunos profesores con los que se cruzaron trataban de controlar la situación, pero era prácticamente imposible. La presencia de los mortífagos aterrorizaba de tal manera a la gente que muchos eran incapaces hasta de dejarse proteger por sus profesores.
Algunos mortífagos habían llegado a los pisos superiores. Otra tanda de explosiones siguió a la primera, levantando una gran humareda y haciendo que las paredes de piedra se resquebrajaran.
-Harry, nunca saldremos de aquí…-dijo Ginny tosiendo a causa del humo.
-No digas eso, claro que saldremos.
-¿Y mi hermano? ¿Dónde está?-se lamentó ella acordándose de pronto de Ron.
-Sinceramente… no lo sé. Para cuando salí él ya no estaba. Tranquila, seguro que nos espera fuera.


Separado tan sólo por unas pocas paredes que ya ni siquiera podían llamarse así, se encontraba Ron. Tenía una brecha en la cabeza a causa de una piedra que había saltado, sangraba, pero se encontraba bien. Bien dentro de lo posible. Un grupo de mortífagos estaba atacando el colegio y no encontraba a Pansy por ninguna parte. Bajó corriendo las escaleras que llevaban hacia el aula de pociones, sabía que la Sala Común de Slytherin se encontraba cerca.
De pronto, a sus espaldas, una de las frías paredes de piedra gris se abrió, dando paso a una multitud de asustados Slytherin’s. No tardó en vislumbrar aquel cabello rubio platino inconfundible.
-¡Malfoy!-gritó Ron con todas sus fuerzas abriéndose paso entre la muchedumbre.
-¡Weasley! ¡¿Dónde está Hermione?!-preguntó con una sombra de miedo en sus ojos. No por él, sino por ella.
-No tengo ni idea. ¿Y Pansy?
-Ni lo sé ni me importa.
-¡Eres un insensible!
-¡Y tú idiota, Weasley! ¡Sal de aquí ahora que aún puedes!
-Huye tú si quieres, yo no pienso irme sin Pansy.
-Estúpido.-murmuró el rubio. Y salió corriendo escaleras arriba, en busca de Hermione. Ron consiguió entrar por fin en la Sala Común de Slytherin. Era tal como la recordaba desde su primera y última visita en segundo curso, gracias a la poción multijugos. Pero ahora, en vez de estar todo perfectamente ordenado, se encontraba totalmente desastroso. Los sillones verdes y negros estaban la mayoría por el suelo, los cuadros habían caído de las paredes a causa de las explosiones y parte del techo se había derrumbado.
-¡Pansy!-gritó Ron.
-¡Maldito Weasley, estoy aquí!
Ron corrió hacia donde había escuchado la voz. Pansy estaba tendida en el suelo. Una de las piedras desprendidas del techo había caído sobre su pie derecho, aprisionándola e impidiéndole que se levantara. No tenía buen aspecto.
-¿A qué esperas, Weasley? ¿Vas a sacarme de aquí o no?
-¡Sí! Esto, yo… disculpa.-dijo el pelirrojo avergonzado. Buscó entre los bolsillos de su rasgada túnica, sacó la varita y, apuntando a la piedra dijo:
-Wingardium leviosa.
-Bien Weasley, mi varita anda perdida por ahí.-murmuró Pansy. La piedra flotó en el aire y Ron la dejó caer a una prudente distancia de Pansy.
-¿Quieres que te ayude a levantarte?-se ofreció.
-No necesito tu ayuda, Weasley.-la chica intentó levantarse pero, al apoyar su peso en el pie herido, cayó al suelo soltando un gemido de dolor.
-¿Seguro que no quieres que te ayude?-volvió a preguntar Ron sonriendo con malicia.
-Está bien.-maldijo ella. Ron la tomó entre sus brazos y la ayudó a ponerse en pie.
-Ahora viene lo más difícil, salir de aquí.
-¿A qué esperas entonces, Weasley? ¡Muévete!
-¿Quieres que vuelva a dejarte en el suelo o qué?-preguntó Ron molesto.
-¡No! Digo… no. Camina, Weasley.
Salieron de la sala común de Slytherin evitando los escombros, Pansy demasiado orgullosa como para quejarse del dolor, y Ron demasiado tímido para preguntarle cómo se encontraba.
Pasaron unos minutos en silencio, sin que ninguno de los dos dijera nada. Tampoco se oían los gritos de los alumnos, ni las órdenes de los mortífagos, ni nuevas explosiones. Nada.
-Demasiado silencio… no me gusta.-dijo Ron sacando su varita.
-¿No se te ocurrirá intentar pelear contra un mortífago, verdad?
-¿Y qué pretendes que haga?
Ron se preocupó al ver la cara de pánico que tenía Pansy. Había enmudecido de repente y estaba empalideciendo.
-¿Qué te pasa? ¿Estás bien?-le preguntó alarmado. Ella se limitó a señalar a las espaldas del chico con mano temblorosa. Ron se giró lentamente, sin querer imaginarse lo que había tras él.
Cuando lo vio le dio la sensación de que lo habían golpeado en el estómago. Sintió náuseas y tuvo que hacer un tremendo esfuerzo por contenerse. Entre los escombros asomaba el pálido rostro de un niño de primero, de segundo como mucho. La sangre manchaba las rocas caídas y su túnica. Estaba muerto.
-Oh Dios mío…-susurró Pansy llevándose la mano al pecho tratando de calmarse. Ron tragó saliva.
-Si…sigamos…-dijo Ron.-Desgraciadamente ya no podemos hacer nada por él.
El pelirrojo estaba asustado, no por él, sino por ella. Además, si le daba algún tipo de ataque de histeria, era posible que se negara a moverse de allí.
-Weasley, yo…
-¡Pansy, camina! ¡Muévete a no ser que quieras acabar como él!
La chica volvió a apoyarse en el hombro de Ron y comenzó a caminar de nuevo, sin mirar hacia atrás, tratando de apartar la horrible imagen de su mente.


Hermione seguía en el suelo, en estado de shock. Era increíble, impensable, ¡no podía estar ocurriendo aquello! Las piernas empezaban a dolerle a causa de la mala postura en la que estaba desde que Ginny se había movido, pero ya no sentía el dolor. Sólo se martirizaba a sí misma diciéndose que todo aquello sólo era culpa suya. Instintivamente se llevó la mano al bolsillo interior de la túnica, donde tan bien guardada tenía la esfera azul. Ella nada más quería ayudar a Harry… Y por su estupidez ahora iban a morir muchos de los alumnos de Hogwarts. Recordó el día en el que el Ángel Negro había hecho las profecías. “La niña de ojos miel está lista para llevar a cabo la tarea encomendada… En el momento cumbre entre la unión del león y la serpiente la tarea será concluida… Y el Señor Tenebroso la tendrá para él y así todos los impuros serán aniquilados…” Un gemido de impotencia se escapó de entre sus labios. De pronto, recordó el resto de la profecía del ángel, y sintió que las pocas fuerzas que le quedaban se esfumaban. “La unión del león y la serpiente llegará… el señor oscuro mandará a los Sundeath para conseguir la creación… y el joven Malfoy no saldrá vivo del ataque…” Si la primera parte de la profecía se había cumplido, también lo haría la segunda. Hermione no sabía que diablos eran aquellos Sundeath, y tampoco estaba demasiado interesada en saberlo. Sólo sabía una cosa: tenía que encontrar a Draco.
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Mensaje  Leah. Miér Ene 21, 2009 5:05 pm

Cáp. 20: Los Sundeath


Hermione se secó las lágrimas de miedo que habían caído por sus mejillas y se levantó con torpeza. Le temblaba todo el cuerpo. Salió de la habitación y de la Sala Común, ya no quedaba nadie allí. Todo era silencio, exceptuando los gritos lejanos de los alumnos, las risotadas de los mortífagos y las continuas explosiones amortiguadas por las gruesas paredes de piedra. Cuando llegó al pasillo se dio cuenta de lo mucho que había cambiado todo en unos minutos. Los cuadros estaban vacíos, todos habían salido corriendo hacia el cuadro de algún familiar lejano donde poder alojarse, había escombros por todos lados. Estando en el estado en el que se encontraba, Hermione apenas se impresionó al ver los cuerpos sin vida de varios alumnos, bien por maldiciones recibidas o bien por caídas y golpes. De pronto, alguien la agarró por detrás. Ella gritó.
-Chssst, tranquila, soy yo.-dijo la voz inconfundible de Draco abrazándola. Hermione rompió a llorar.
-¡Todo es culpa mía! Tengo tanto miedo…
-No nos pasará nada, ya lo verás…
-Draco, sabía que en algún momento tendría que contártelo, pero no esperaba que fuera en estas circunstancias…
-¿Qué ocurre, Hermione? ¿Estás bien?
-¿Te importa si no salimos? Debemos… “debo” quedarme en Hogwarts, no debo salir…
-¡¿Pero qué estás diciendo?! ¡Tenemos que salir de aquí cuanto antes!
-¡No! ¡Eso es lo que quieren!
-¡¿Qué rayos estás diciendo?!
-Draco, escúchame. ¿Recuerdas el alboroto que hubo el año pasado en el Ministerio? ¿En el Departamento de Misterios?
-Por supuesto… mi padre está en la cárcel por ello.-dijo el chico con tono de amargura. Hermione se sintió culpable.
-Pero no conoces toda la historia, tú no estabas allí… Harry descubrió una profecía, una profecía que hablaba de él y Voldemort. Pero se rompió y nadie pudo escucharla, o por lo menos eso me han dicho.-Hermione se llevó la mano al bolsillo y sacó la pequeña esfera azul.-Esto es una réplica de aquella profecía, Draco, una copia exacta, pero ilegal. He estado trabajando en ello durante semanas. Voldemort me busca a mí, busca la profecía para saber su contenido y matar a Harry.
La expresión de asombro de Draco era indescriptible. No sabía cómo reaccionar.
-¿Me estás diciendo que has hecho una copia ilegal de una profecía con intención de ayudar a Potter y que el Señor Tenebroso está atacando Hogwarts para conseguirla?
-Sí.-dijo Hermione bajando la mirada.
Draco abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla al escuchar un ruido tras él. Tomó a Hermione de la muñeca y salió corriendo en dirección contraria. Se escondieron tras uno de los grandes armarios, en una habitación que estaba prácticamente a oscuras.
-¿Qué ha sido eso?-susurró el chico.
-No lo sé…-contestó Hermione temiendo la respuesta.
Se escucharon unos pasos cercanos, pasos que, claramente, no eran humanos. Al rato, la puerta de la habitación se abrió, emitiendo un leve crujido. La presencia de la criatura casi hizo gritar a Hermione. Principalmente tenía forma de lobo, pero con unos dientes extremadamente grandes y afilados, unas garras poderosas y ojos sin pupilas. Hermione no los había visto nunca, pero inmediatamente supo que aquellos horrorosos seres eran los Sundeath. Pero el verlos cara a cara abrió una franja en su mente, en sus recuerdos. En lo más profundo de su memoria, se vio a si misma leyendo en la biblioteca, como tantas otras veces, con un libro de Criaturas Mágicas en sus manos. Leía la sección de “leyendas”. Toda la información empezó a llegar de golpe a su mente.
-Draco… yo he leído acerca de estas criaturas…-el chico se dispuso a escucharla.-Son criaturas diurnas, a la noche son totalmente vulnerables.-comenzó a contar Hermione entre susurros.-En teoría son ciegos, sólo pueden ver las cosas si son iluminadas por la luz del sol. Si no, aunque puedan oírlas y olerlas, no las ven. Es decir, sobreviven gracias al sol. De ahí su nombre. Una vez que un rayo de sol ha alcanzado a la víctima, no le sirve esconderse entre las sombras, el Sundeath podrá verlo aunque se oculte… No creía que existieran…
El chico se había quedado sin habla. Estaba recibiendo demasiada información importante en muy poco tiempo como para poder asimilarlo todo. El Sundeath parecía haberlos escuchado, ya que se acercaba hacia su escondite.
-Draco, no te muevas, estando aquí, a la sombra, no puede vernos…-susurraba Hermione. El chico parecía nervioso.
El Sundeath continuó caminando pesadamente hacia ellos. Se irguió sobre sus patas traseras y se dispuso a encender el candelabro que estaba sobre Hermione y Draco, valiéndose de las llamas que surgían de sus fauces.
-¡Hermione, hay que salir de aquí!
El chico salió corriendo de detrás del armario.
-¡Draco, no! ¡Es una trampa! Sólo pueden vernos con la luz… natural…
Pero era demasiado tarde. Draco se detuvo en seco, con una expresión de horror en el rostro, mientras un débil rayo de sol iluminaba su cara.
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Mensaje  Leah. Miér Ene 21, 2009 5:06 pm

Cáp. 21: Profecía contra profecía


El Sundeath giró bruscamente su cabeza hacia Draco, a quien el pánico le impedía moverse. Tenía todos los músculos contraídos por el miedo, era incapaz de pensar con claridad. Sólo una idea se repetía en su mente una y otra vez: la profecía del Ángel Negro estaba a punto de cumplirse. Iba a morir en aquel mismo momento, lo sabía, y no podía hacer nada por evitarlo. Vio cómo el Sundeath se acercaba hacia él, con una grotesca mueca dibujada en su rostro de lobo.
-¡No!-gritó Hermione saliendo de detrás del armario, sin importarle para nada que los rayos del sol bañaran su cuerpo.
-¡Hermione, vete!-gritó Draco, reaccionando por fin al verla en peligro.
-¡Petrificus totallus!-conjuró ella, apuntando directamente al corazón del Sundeath. La bestia era demasiado grande como para que el hechizo le hiciese el efecto deseado, pero la aturdió el tiempo suficiente como para que Hermione pudiese sujetar a Draco de la mano y saliese corriendo de allí, alejándose lo máximo posible, sin ninguna dirección concreta.
-¡Tenemos que escondernos!-dijo Draco al ver que Hermione no tenía intención de detenerse y que seguía corriendo.
-No, hay que salir de la escuela.-dijo ella sin parar de correr.
-¿Salir? ¡Si salimos los mortífagos te atraparán en seguida! ¡Lo has dicho antes! ¡Te buscan para conseguir la profecía!
-Se me ha ocurrido una idea.
Draco no estaba del todo convencido, pero confiaba en Hermione así que se dejó guiar a través de los pasillos destruidos de la escuela. Hermione decidió salir por la parte trasera de Hogwarts, hacia el callejón que llevaba a Hogsmeade, siguiendo al resto de los alumnos. Pero Draco y ella no siguieron por el pasadizo, al contrario, tomaron otro camino, desviándose de la salida y alejándose de lo que para muchos era su única oportunidad de salir con vida. Entre el gentío, Hermione pudo distinguir a Harry abrazando a Ginny a la espera de que fuese su turno de tomar el pasadizo, y unos metros más adelante, la pelirroja cabellera de Ron, junto a Pansy Parkinson, quien parecía herida. Hermione se sintió algo dolida al ver aquello, recordando lo que Ron había hecho, pero no pudo evitar sentirse aliviada al ver que sus tres mejores amigos estaban prácticamente a salvo.
La pareja salió finalmente del castillo y se dirigió hacia el Bosque Prohibido.
-Hermione, ¿a dónde se supone que vamos?-preguntó Draco empezando a asustarse seriamente.
-Al claro del bosque donde Hagrid nos mostró al Ángel Negro.
-¡¿Te has vuelto loca?!
Hermione se detuvo en seco y se giró para mirar a Draco directamente a los ojos.
-Sé perfectamente lo que hago. Por mi culpa está muriendo gente, por mi culpa has estado a punto de morir tú y aún puedes morir si no me doy prisa. Se me ha ocurrido una solución y tú puedes acompañarme o marcharte con los demás, no te lo impediré. Esto es asunto mío.
-¿Qué te hace pensar que te dejaría sola? Estamos juntos en esto. En todo.
Hermione esbozó una tímida sonrisa, pero no dijo nada más. Decidieron caminar con sigilo a partir de ese momento, ahora estaban totalmente solos, sin la protección del castillo. Si los descubrían, no tendrían nada que hacer. No les fue muy difícil llegar al bosque, ya que todos los mortífagos estaban demasiado ocupados atacando el colegio sin prestar atención a sus alrededores. Cuando ya se habían adentrado lo suficiente como para dejar atrás los gritos de los asustados alumnos y las maldiciones enemigas, escucharon el inconfundible y pesado andar de un Sundeath a sus espaldas.
-Seguramente será el mismo que nos ha visto en el colegio.-susurró Draco.-Sigue tú, Hermione, confío en ti. Haz lo que tengas que hacer y yo entretendré al Sundeath todo el tiempo que me sea posible.
-¡No pienso dejarte aquí solo!-dijo ella con un deje de pánico en la voz.
-Y yo no pienso quedarme sin actuar mientras muere gente ahí dentro. Sigue adelante. Sálvanos a todos.-el chico le dio un fugaz beso en los labios y se alejó de ella en dirección a donde habían oído las pisadas. Hermione corrió hacia el claro luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar de sus ojos. No tardó mucho en llegar y, tal y como lo había pensado, ahí continuaba el Ángel Negro encadenado, con una sonrisa malvada dibujada en su desfigurado rostro.
-Todo se está cumpliendo, pequeña niña de ojos color miel…
-Esta vez no vas a conseguir nada con tus palabras.-dijo la castaña conteniendo la rabia hacia aquella criatura. Sabía lo que tenía que hacer a continuación, de la misma forma que sabía que sólo tenía una oportunidad para que su plan saliera como ella pretendía.
-¿Y qué harás para evitarlo?-siseó el Ángel con malicia.
-Profecía contra profecía.-dijo Hermione sencillamente, sacando la esfera azul del bolsillo interior de la túnica.
-No te atreverás…-dijo el Ángel alejándose un poco de ella.
-Intenta detenerme.-dijo Hermione desafiante.
Sin apenas darle tiempo de reaccionar a la oscura criatura, Hermione lanzó la esfera contra ella con fuerza, pero el Ángel pudo esquivarla con una torpe maniobra, debido a la cadena que dificultaba sus movimientos. La chica vio horrorizada como la esfera se precipitaba hacia el suelo y junto con ella, todas las posibilidades de arreglar la situación. Sin pensar en lo que hacía, sacó su varita y apuntó a la pequeña esfera, gritando antes de que cayera al suelo:
-¡Wingardium leviosa!-la esfera se alzó de nuevo y, con un brusco movimiento por parte de la varita de Hermione, se rompió en pedazos al estrellarse contra la espalda del Ángel Negro, cogiéndolo por sorpresa. Un agudo chillido de dolor surgió de la boca de la criatura, comenzó a agitarse de manera furiosa, intentando salvar la vida que ya sabía tenía perdida. Las tres profecías, la de Harry y las dos del Ángel referidas a Hermione y Draco, comenzaron a escucharse al mismo tiempo, sin llegar a entenderse lo que decía cada una de ellas, y cuando terminaron, el Ángel se desplomó en el suelo, sin vida. Hermione sonrió satisfecha, sabiendo que había hecho todo cuanto estaba en su mano. La única manera de deshacer una profecía hecha por un Ángel Negro era destruirla junto a una profecía esférica, de eso estaba segura. Esto causaba la muerte del Ángel y junto a él, la de todas sus profecías realizadas. Había salvado la vida de Draco y al mismo tiempo, había destruido lo que los mortífagos habían venido a buscar, convirtiendo su ataque en inútil. Confiaba en que Voldemort retirara sus tropas sabiendo que ya no podía conseguir lo que buscaba.


Voldemort lo sintió como si algo se hubiese desgarrado en su interior.
-Maldita sangre-sucia… ¡Todo esto para nada! A menos he dejado claro quién manda aquí, el miedo se extenderá y todo será más fácil… Pero eso será en otra ocasión…-con un apenas perceptible gesto de su varita, los mortífagos sintieron la retirada en sus antebrazos, y comenzaron a retroceder, no sin antes aprovechar la ocasión de matar a algún que otro alumno perdido o atrapado.


Hermione se dirigió hacia donde se había separado de Draco, deseando verlo, abrazarlo y darle la buena noticia. A los pocos minutos, vio al Sundeath alejarse en dirección al frente enemigo, que comenzaba a retirarse y pocos metros hacia la derecha, vio horrorizada el cuerpo de Draco en el suelo, con la ropa desgarrada, empapada en su propia sangre. Había llegado tarde.
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Mensaje  Leah. Miér Ene 21, 2009 5:07 pm

Epílogo: La Despedida


Todos los alumnos estaban en completo silencio en los jardines de Hogwarts, mientras Dumbledore, vestido con una larga túnica negra, leía lentamente, uno a uno, los nombres de los muchos alumnos que habían sido asesinados. Habían pasado tres días desde el ataque. A Hermione se le nublaba la vista a causa de las lágrimas, se sentía incapaz de alzar la mirada, destrozada por dentro, rota, vacía. Sola. A pesar de ello, pudo distinguir un poco más adelante, entre los alumnos, a la madre de Draco. Narcisa lloraba inconsolable la muerte de su único hijo. Hermione supuso que Lucius seguiría en Azkaban, negándosele el derecho de darle un último adiós a su hijo. En el momento en el que Dumbledore dijo “Malfoy, Draco” Hermione no pudo soportarlo más. Con un sollozo ahogado, apartó a quienes la rodeaban y se alejó de la muchedumbre.
-Hermione, estamos contigo en esto.-dijo una voz a sus espaldas. Hermione se giró y se encontró con Ron, Pansy, Harry y Ginny. Esta última le explicó que le había contado a Harry todo lo ocurrido, lo había creído necesario, ya que el moreno aún no sabía lo que ocurría entre la castaña y el Slytherin.
-Gracias. Por todo.-susurró ella en voz tan baja que apenas se le escuchó.
-Granger, quiero decirte algo.-le dijo Pansy.
-Pansy, te he dicho que la llames por su nombre.-le reprochó Ron.
-No tiene importancia, Ron.-murmuró Hermione. La causa de su enfado con el pelirrojo parecía tan insignificante ahora…
-Hermione.-comenzó Pansy marcando mucho cada sílaba.-Me gustaría darte las gracias por lo que has hecho.
-¿Cómo?
-Sí, darte las gracias por hacer feliz a Draco. Él murió luchando por sus ideales, por una vida que jamás sería aceptada en su familia, por la persona a quien realmente amaba.
-No te sientas culpable, Hermione.-continuó Harry.-Ahora debemos seguir adelante, más que nunca luchando contra Voldemort y sus mortífagos. No permitiremos que la muerte de Draco haya sido en vano.
-Sus últimas palabras fueron “sálvanos a todos”.-dijo la castaña entre sollozos.-Ni siquiera pude cumplir su último deseo.
Hermione no pudo articular ninguna palabra más. Los abrazó a los cuatro y rompió a llorar, sin lágrimas. Hacía tiempo que las había derramado todas.




Y fin Rolling Eyes
Sí, adoro los finales dramáticos Cool
Gracias por vuesta paciencia, señoritas.
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